Diario de una paloma.
Hoy han salido más tarde. Parecía que no tenían prisa, porque no se veía a nadia apurado, ni si quiera a los Palomos Alfa.
Hoy me he sentido muy orgullosa de mi Niño de las Palomas. Él y otros dos compañeros han guiado a la manada por el metro y han llegado perfectos. Lo han hecho genial, aunque me consta que no habían cogido el metro nunca. Pero son los únicos que se han atrevido.
Se fueron a l’Île de la Cité a ver Notre Dame, aunque pasaron primero por el Ayto. Allí no pude bajar el suelo, porque suele haber varios gatos rondando y nos dan buenos sustos, pero los vi paseando y no los perdí de vista ni un minuto. No sé que les pasa a estos cachorros humanos, pero están muy mal. Todos los días veo a 2 o 3 llorando. Creo que ya han llorado como 8 cachorros y algunos varias veces. La verdad, no recuerdo ningún grupo de turistas que lloraran tanto. ¿Los habrán traído a la fuerza? ¿Serán esclavos o secuestros de alguna mafia? ¿Los utilizarán de cebo para cazar leones? ¿Serán parte de un experimento? No lo sé, pero es algo incómodo de observar. ¿Qué pena podrán tener estos cachorrillos?
Precioso día el sábado con sol y 26 grados. Para caminar, lo peor. Dejamos a 3 niños que nos guiaran por el metro para bajarnos en el Ayto de París y lo hicieron genial. Nadie más se atrevió. Simplemente pasaron. A mí que me lleven sin calentarme la cabeza.
Del Ayto cruzamos para ver la Catedral de Notre Dame, que ya está en avanzado estado de reconstrucción y les dejamos una horita libre para que se dieran una vuelta por allí. Como ya nos ha sucedido algunos años, en la plaza de la catedral estaba la Feria del Pan Artesanal y, claro, lo probaron.
Ya de la plaza se hizo la hora de comer y fuimos al Barrio Latino. No se llama así porque se escuche bachata ni haya muchos latinos. Se llama así porque en siglos pasados, en la Edad Media, era el barrio de la Universidad y en la universidad se estudiaba en latín. Así por todas las calles se oía a la gente hablar la lengua culta y se le apodó así. Allí les dejamos 2 horas y media para comer donde quisieran. En las calles que les mostramos tienen cualquier tipo de comida que puedan pensar y por precios bastante asequibles, siendo París. Menús por 12-15 euros había un montón.
Aquí empezó lo cansado del día. Desde allí fuimos caminando hasta la Torre Eiffel, donde cogíamos el barco. En el Google Maps decía que era un trayecto de 45 minutos (4,2 km). Nosotros lo hicimos en 3 horas. También es cierto que paramos a descansar, al baño, a atender llantos, a comprar los tickets del metro… Y la coja de ayer la montamos en un Uber porque no nos fiábamos de su rodilla. Ella y Pedro se ahorraron los 4 km. Llegamos con poquísimo tiempo al barco. Embarcamos a las 8 y dimos la vuelta de rigor por el Sena. El barco tiene audioguías gratuitas para escuchar durante todo el recorrido, y de nuestro grupo las usaron por lo menos 3 personas o ninguna. Eso sí, a algunos que se quedaron abajo, les llamaron la atención un par de veces. Nada fuera de lo común.
Sobre las 9:15 nos bajamos. Hicimos tiempo por allí para que dieran las 10 y vieran el encendido de las Luces de la Torre. Ya de camino al metro, intenté huir porque iban cantando por la orilla del río y yo pensé que nos vetaban para siempre. Bueno, en la orilla del río no había problema, pero a ver quién los calmaba cuando subimos de nuevo a las calles…
Frases para el recuerdo:
- Profe, si me muero aquí quiero que me “incenicen”
- Ah vale, y “felicen” los 4.
El Ayuntamiento, aunque ahora todo es JJOO
Ole, ole y ole…
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