A caminar.
Fuímonos de paseo.
Teníamos la entrada al museo del cómic a las 10:00, pero paseando al endiablado ritmo que imponen las liebres que llevamos en el grupo, llegamos 40 minutos tarde. Una de las causas fue que hubo gente que ya bajó tarde de la habitación, y fuimos acumulando retrasos. Pero bueno, no fue importante. Les dejamos visita libre en el museo y, como siempre, unos lo aprovecharon más que otros. En cuanto vieron unos sillones, allí que fueron a dar con su soberano pompis,
Yo me confieso aficionado al cómic, y algunos de ellos son francófonos, así que me encantó: Lucky Luke, Los pitufos, Tintín, Astérix, Titeuf…
¡¿A que no sabíais que muchos de estos eran franceses? Ellos tampoco, claro.
Del museo nos fuimos hacia la Grande Place, donde teníamos la visita guiada reservada. Nuestro guía, Carlos (extremeño) tuvo la feliz ocurrencia de contarles que aquí se puede beber cerveza a partir de los 16. Muy simpático el hombre. Y no paraba de explicarnos consejos, catas y mil cosas sobre las cervezas. Casi lo mato. Nos contó muchas anécdotas de la ciudad que servían para el juego de misterio de la tarde, pero no le hicieron demasiado caso, la verdad.
Sobre las 2 los dejamos comer libres y fuimos al juego de pistas. Vinieron 2 amigos que viven aquí en Bruselas y así pudimos dividirnos en 5 grupos, cada uno con un adulto. Ellos solo hablaron francés, y solo se enteraron de que eran españoles al volver del juego.
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